Vibrant Parish |
“My Lord and My God!”After the Resurrection, Jesus appears to the disciples to comfort, encourage, and heal their broken hearts. Jesus encourages them and lifts them up with His mercy and this transforms them into merciful people. The Gospel reading on this Divine Mercy Sunday helps us better understand this event.
In the gospel that is proclaimed today, we read about Thomas who does not believe that the Lord has risen. Thomas is one of the twelve apostles who had accompanied Jesus during His ministerial life, but he does not understand how Jesus can be alive. The first time the Risen Lord appeared, Thomas was not present and the other disciples told him: "We have seen the Lord." But he answered them, "Unless I see the mark of the nails in his hands and put my finger into the nail marks and put my hand into his side, I will not believe." But after eight days, Jesus appears again to the disciples and Thomas was with them. At that moment Jesus invites Thomas to touch His wounds. We do not know if he did it or not, but from his proclamation of faith we know that he recognized Jesus not only as Lord, but also as God when he said, " My Lord and my God." Thomas's attitude of faith and worship teaches us what our relationship with the Risen Christ should be. It is an attitude of faith, because it teaches us to believe in what we do not see with our eyes. The Lord says: "Blessed are those who believe without having seen." And an attitude of worship because Christ is the Lord of life, happiness and mercy. This is the reason why the disciples of Jesus were filled with joy when they see the Lord. Without a doubt, the resurrection of Christ is a source of peace and joy. Consequently, the encounter with the Risen Lord brings hope and illuminates all human life. On the other hand, its absence results in darkness, sadness, anguish and fear. Perhaps many of us can compare ourselves with Thomas's first attitude. We believe in Christ and His power, but we find it difficult to believe what we have not seen or experienced for ourselves. Today we celebrate the Risen Christ, the Christ of Divine Mercy. And yet, there are so many believers who live chained by addiction, depression, lack of self-esteem, or other prisons. Today's Gospel story tells us that Jesus can appear in the middle of our lives to eliminate everything that separates us from Him, to destroy fears or doubts. Ever since the resurrection of Christ, the Eucharist is the sacrament par excellence for a real encounter with Him. Let us trust in Christ because He is the Divine Mercy who over and over again tells us “Peace be with you.” The best response to such a great gift is to respond as Thomas did: "My Lord and my God!" Fr. Benjamin |
“Señor Mío y Dios Mío”
Después de la Resurrección, Jesús aparece a los discípulos para consolar, animar y sanar sus corazones desanimados. Jesús los anima y los levanta con su misericordia y ellos se trasforman en personas misericordiosas. La lectura del evangelio del Domingo de la Divina Misericordia nos ayuda a entender mejor este suceso.
En el evangelio que se proclama hoy, vemos a Tomás que no cree que el Señor ha resucitado. Tomás es uno de los doce apóstoles que había acompañado a Jesús durante su vida ministerial, pero él no entiende como Jesús puede estar vivo. La primera vez que el Señor Resucitado se apareció, Tomás, no estaba presente y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré". Pero pasando ocho días, Jesús aparece de nuevo a los
discípulos y Tomás estaba con ellos. En ese momento Jesús invita a Tomás a tocar sus llagas. No sabemos si lo hizo o no, pero por su proclamación de fe sabemos que reconoció a Jesús no solamente como Señor, sino también como Dios al decir “Señor mío y Dios mío”.
La actitud de fe y adoración de Tomás nos enseña cuál ha de ser nuestra relación con Cristo Resucitado. Actitud de fe, porque nos enseña a creer en lo que no vemos con los ojos. Por esta razón el
Señor dice: “Dichosos los que creen sin haber visto". Y actitud de adoración, porque Cristo es el Señor de vida, felicidad y misericordia. Este es el motivo por el cual los discípulos de Jesús se llenaron de gozo al ver al Señor. Sin duda, la resurrección de Cristo es fuente de paz y de gozo. Por tanto, el encuentro con el Señor resucitado trae esperanza e ilumina toda la vida humana. En cambio, su ausencia es causa de oscuridad, tristeza, angustia y temor. Quizás muchos de nosotros nos podemos comparar con la primera actitud de Tomás. Creemos en Cristo y en su poder, pero encontramos difícil creer lo que no hemos visto ni hemos experimentado.
Hoy celebramos a Cristo Resucitado, el Cristo la Divina Misericordia. Sin embargo, hay tantos creyentes que viven encadenados por alguna adicción, por depresión, por la falta de autoestima, o cualquier otra cadena. El relato del Evangelio de hoy nos dice que Jesús puede aparecer en medio de nuestra vida para destruir todo lo que nos aparta de Él, para destruir los miedos o dudas. Desde la resurrección de Cristo, la Eucaristía es el sacramento por excelencia para el encuentro real con Él. Confiemos en Cristo ya que Él es la Divina Misericordia que una y otra vez nos dice “La paz esté con ustedes". A tan gran regalo solo podemos responder como Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Padre Benjamin
En el evangelio que se proclama hoy, vemos a Tomás que no cree que el Señor ha resucitado. Tomás es uno de los doce apóstoles que había acompañado a Jesús durante su vida ministerial, pero él no entiende como Jesús puede estar vivo. La primera vez que el Señor Resucitado se apareció, Tomás, no estaba presente y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré". Pero pasando ocho días, Jesús aparece de nuevo a los
discípulos y Tomás estaba con ellos. En ese momento Jesús invita a Tomás a tocar sus llagas. No sabemos si lo hizo o no, pero por su proclamación de fe sabemos que reconoció a Jesús no solamente como Señor, sino también como Dios al decir “Señor mío y Dios mío”.
La actitud de fe y adoración de Tomás nos enseña cuál ha de ser nuestra relación con Cristo Resucitado. Actitud de fe, porque nos enseña a creer en lo que no vemos con los ojos. Por esta razón el
Señor dice: “Dichosos los que creen sin haber visto". Y actitud de adoración, porque Cristo es el Señor de vida, felicidad y misericordia. Este es el motivo por el cual los discípulos de Jesús se llenaron de gozo al ver al Señor. Sin duda, la resurrección de Cristo es fuente de paz y de gozo. Por tanto, el encuentro con el Señor resucitado trae esperanza e ilumina toda la vida humana. En cambio, su ausencia es causa de oscuridad, tristeza, angustia y temor. Quizás muchos de nosotros nos podemos comparar con la primera actitud de Tomás. Creemos en Cristo y en su poder, pero encontramos difícil creer lo que no hemos visto ni hemos experimentado.
Hoy celebramos a Cristo Resucitado, el Cristo la Divina Misericordia. Sin embargo, hay tantos creyentes que viven encadenados por alguna adicción, por depresión, por la falta de autoestima, o cualquier otra cadena. El relato del Evangelio de hoy nos dice que Jesús puede aparecer en medio de nuestra vida para destruir todo lo que nos aparta de Él, para destruir los miedos o dudas. Desde la resurrección de Cristo, la Eucaristía es el sacramento por excelencia para el encuentro real con Él. Confiemos en Cristo ya que Él es la Divina Misericordia que una y otra vez nos dice “La paz esté con ustedes". A tan gran regalo solo podemos responder como Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Padre Benjamin