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Transformando lo Ordinario en Extraordinario
El fin de semana pasado concluimos el tiempo litúrgico de Navidad con la celebración del Bautismo del Señor. El Bautismo del Señor, que marca el inicio de su vida pública, nos recuerda que estamos llamados a seguir su ejemplo y a vivir nuestra fe de manera activa y comprometida en nuestro día a día. Con el fin del periodo de Navidad entramos en el Tiempo Ordinario, un momento que, aunque pueda parecer menos especial, es fundamental para nuestra vida espiritual. Este periodo nos invita a vivir nuestra fe en la cotidianidad, a encontrar a Dios en las pequeñas cosas de cada día y a seguir creciendo espiritualmente.
En efecto, el Tiempo Ordinario no es un tiempo menos importante, sino más bien un periodo en el que podemos aplicar las enseñanzas de Jesús en nuestra vida diaria. Por ejemplo, las lecturas del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario nos ofrecen valiosas enseñanzas que nos invitan a reflexionar sobre el amor incondicional de Dios. En primer lugar, la primera lectura tomada del profeta Isaías nos habla de la restauración y el amor de Dios por su pueblo. Así como celebramos el amor de Dios en Navidad, en el Tiempo Ordinario estamos llamados a vivir ese amor di- ariamente, siendo luz para los demás. Además, el profeta Isaías hoy nos recuerda que Dios nunca nos abandona y que su amor es constante y transformador. En segundo lugar, en la segunda lectura, San Pablo nos recuerda que todos tenemos diferentes dones pero todos provienen del mismo Espíritu. Por lo tanto en el Tiempo Ordinario, debemos usar estos dones para el bien común, sirviendo a la comunidad y fortaleciendo la Iglesia. Esta lectura nos invita a reconocer y valorar nuestros talentos y a ponerlos al servicio de los demás, contribuyendo así al crecimiento espiritual y comunitario.
Finalmente, el Evangelio nos presenta el milagro de las bodas de Caná, donde Jesús transforma el agua en vino. Este milagro es un ejemplo de cómo Jesús puede transformar lo ordinario en extraordinario. De hecho en nuestra vida diaria, Jesús también puede transformar nuestras acciones cotidianas en algo significativo si le permitimos actuar en nosotros. En resumen, este pasaje nos enseña a confiar en el poder transformador de Jesús y a buscar su presencia en su Palabra, los Sacramentos y en cada aspecto de nuestra vida.
En conclusión, las lecturas de Isaías, 1 de Corintios y el Evangelio de San Juan, nos enseñan que Dios siempre está presente y nos ama incondicionalmente, que todos tenemos dones únicos que debemos usar para el bien de los demás, y que Jesús puede transformar nuestras vidas si confiamos en Él. Para aplicar estas enseñanzas hoy, podemos buscar momentos de oración y reflexión en nuestro día a día, identificar y usar nuestros dones para ayudar a los demás, y confiar en que Jesús puede obrar maravillas en nuestra vida cotidiana.
En definitiva el Tiempo Ordinario nos llena de esperanza y nos invita a reflexionar sobre el amor incondicional de Dios. Para vivirlo de una mejor manera es esencial mantener una vida de oración constante, participar en la Eucaristía y en los sacramentos, practicar obras de caridad y servicio a los demás, y reflexionar sobre las lecturas bíblicas y cómo aplicarlas en nuestra vida.
Padre Benjamin
En efecto, el Tiempo Ordinario no es un tiempo menos importante, sino más bien un periodo en el que podemos aplicar las enseñanzas de Jesús en nuestra vida diaria. Por ejemplo, las lecturas del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario nos ofrecen valiosas enseñanzas que nos invitan a reflexionar sobre el amor incondicional de Dios. En primer lugar, la primera lectura tomada del profeta Isaías nos habla de la restauración y el amor de Dios por su pueblo. Así como celebramos el amor de Dios en Navidad, en el Tiempo Ordinario estamos llamados a vivir ese amor di- ariamente, siendo luz para los demás. Además, el profeta Isaías hoy nos recuerda que Dios nunca nos abandona y que su amor es constante y transformador. En segundo lugar, en la segunda lectura, San Pablo nos recuerda que todos tenemos diferentes dones pero todos provienen del mismo Espíritu. Por lo tanto en el Tiempo Ordinario, debemos usar estos dones para el bien común, sirviendo a la comunidad y fortaleciendo la Iglesia. Esta lectura nos invita a reconocer y valorar nuestros talentos y a ponerlos al servicio de los demás, contribuyendo así al crecimiento espiritual y comunitario.
Finalmente, el Evangelio nos presenta el milagro de las bodas de Caná, donde Jesús transforma el agua en vino. Este milagro es un ejemplo de cómo Jesús puede transformar lo ordinario en extraordinario. De hecho en nuestra vida diaria, Jesús también puede transformar nuestras acciones cotidianas en algo significativo si le permitimos actuar en nosotros. En resumen, este pasaje nos enseña a confiar en el poder transformador de Jesús y a buscar su presencia en su Palabra, los Sacramentos y en cada aspecto de nuestra vida.
En conclusión, las lecturas de Isaías, 1 de Corintios y el Evangelio de San Juan, nos enseñan que Dios siempre está presente y nos ama incondicionalmente, que todos tenemos dones únicos que debemos usar para el bien de los demás, y que Jesús puede transformar nuestras vidas si confiamos en Él. Para aplicar estas enseñanzas hoy, podemos buscar momentos de oración y reflexión en nuestro día a día, identificar y usar nuestros dones para ayudar a los demás, y confiar en que Jesús puede obrar maravillas en nuestra vida cotidiana.
En definitiva el Tiempo Ordinario nos llena de esperanza y nos invita a reflexionar sobre el amor incondicional de Dios. Para vivirlo de una mejor manera es esencial mantener una vida de oración constante, participar en la Eucaristía y en los sacramentos, practicar obras de caridad y servicio a los demás, y reflexionar sobre las lecturas bíblicas y cómo aplicarlas en nuestra vida.
Padre Benjamin